2010-06-30

Aunque durante el Obon vemos «linternas de papel […] rumbo al océano» pienso que las cestas representadas en la farolita tienen que ver con una tradición diferente.


Tarde en la playa
Por detrás de la gente
flotando Hina.

Por Machi Sato

2010-06-25

Se acostó, apagó la luz, dejó puesta la segunda almohada, cerró los ojos con fuerza, ven, sueño, ven, pero el sueño no venía, por la calle pasó un tranvía, tal vez el último, quién será que no quiere dormir en mí, el cuerpo inquieto, de quién, o lo que no siendo cuerpo en él se inquieta, yo entero, o esta parte de mí que crece, Dios mío, las cosas que pueden ocurrirle a un hombre.

La segunda almohada resulta ser el signo indiciario de una mujer que no digo si se trata de Lidia o Marcenda, pero el caso es que dicha mujer irá temblando hasta la cama de Ricardo, sólo sabrá decir, tengo frío, y Ricardo va a callar, estará pensando si debe o no debe besarle la boca.

O ano da morte de Ricardo Reis

2010-06-23

Las farolitas japonesas conformaban un sendero a ras del piso. Muchas de ellas contenían una poesía ilustrada. La que representaba el mar me hizo acordar el comienzo de Samurái. Me puse a observar en cuclillas las cestas con dos niños cada una y vinieron más imágenes, si bien difusas, de la escena inicial de la novela de Hisako Matsubara: unas pequeñas barcas arrojadas al mar serían una ofrenda o ceremonia llevada a cabo para el descanso de las almas de Tomiko y Nagayuki, protagonistas del drama que será narrado a lo largo del libro. Pero, a raíz de la falta del libro, consulté al día siguiente a Fernando. Según él, en las páginas iniciales de Samurái se representa el Obon, una serie de ritos de origen budista del Día de los Muertos. Quizás, yo relacioné las cestas, o cunas flotantes, representadas en las farolitas con el ritual o la costumbre japonesa de soltar a la deriva las linternas de papel.
Un asunto lleva a otro. No sé exactamente cuál es el ritual de ese primer capítulo de Samurái; como acabo de decir: no tengo el libro, y mi mente me llevó a imaginar los muñecos de Tomiko y Nagayuki en esas pequeñas barcas iluminadas que se alejan de la costa.